415: El Padre (incompleto)

Aun recuerdo la ultima tarde que pase con mi familia.
En la televisión hablaban de las elecciones y ojalá hubieran seguido hablando de ellas. Parece que fuese ayer, cuando mientras jugábamos interrumpieron la programación para dar una alerta de evacuación en la ciudad, aun desconozco si dieron el aviso tarde o tardamos demasiado recogiendo lo imprescindible, solo se que las carreteras se encontraron colapsadas.
Habían pasado unas dos horas desde el aviso, algunos helicópteros sobrevolaban la carretera, ningún coche se movía, algunas personas se habían amontonado en pequeños grupos pare escuchar los receptores, algo que era totalmente inútil, ya que solo hablaban que habia que evacuar, no el porque, algunos incluso intentaron salir de la ciudad andado pero ni siquiera ellos avanzaban. El tiempo pasaba y nadie hacia nada, no me extrañaría que en el centro hubieran empezado los saqueos, el ultimo recuerdo que mantengo de ese día es la risa nerviosa de mi hija por el retrovisor, mientras una bola de fuego engullía a los coches, no hubo tiempo ni para el caos, cuando la gente si dio cuenta de lo que pasaba ya era demasiado tarde, algunos trataron de acelerar pero no avanzaron más de un par de palmos, ese segundo fue el ultimo que pase con mi familia.

Los recuerdos inmediatos a ese segundo están muy dispersos, desconozco cuanto tiempo paso hasta que realmente fui consciente de donde estaba, el aire viciado, ese extraño olor de gasas y alcohol combinado con el nauseabundo olor de enfermedad, mi cuerpo muerto sobre una camilla improvisada y a mi alrededor más gente como yo, desde mi escaso ángulo de visión solo podía distinguir a un par de personas vestidas de verde, supuse que eran los médicos encargados de aquel hospital improvisado, paso bastante tiempo entre mis recuerdos hasta que volví a tener contacto humano, fue una joven mujer que siempre supuse que seria algún tipo de enfermera. Al verla acercarse intente preguntarle por mi familia, pero solo pude articular un gruñido, debido a mi estado faltarían meses antes de que pudiese articular palabra alguna. Me miro con cierta ternura a través de sus ojos color miel, descendió ligeramente su cabeza hacia mi y me susurró “tranquilo lo peor ya ha pasado”, no era lo que quería oír, pero antes de poder intentar protestar, un grito desde el fondo de la sala llamo su atención, un hombre mayor la llamaba.
Flashes recuren a mi de la chica acercándose cariñosamente a los pacientes y el hombre siempre llamándola cuando el paciente más la necesitaba.
Las semanas pasaban, el dolor seguía las preguntas atormentaban mi débil mente y mi voz no volvía, pero ella estaba allí una isla de humanidad entre aquella salvaje tormenta


a esperas que aparezca la musa y me ayude a seguir